> Sobreexposición.
P
royecto de sitio específico ideado por Germina Campos (Fernanda Aquere, Cintia Clara Romero, Rosana Storti y Ponchi).
Curaduría: Roberto Echen.
MAC. Santa Fe (Argentina). 2009.

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ENTRE EL VACIO Y EL HORROR VACUI (O DÓNDE ENCONTRAR A GERMINA CAMPOS).
Por: Roberto Echen- Curador.

Sería fácil (facilista) asimilar cada uno de los dos términos de la conjunción que marca el título con cada uno de los dos términos de esta oposición: público/privado.
Lo público sería ese lugar vacío -siempre a llenar y que no se completa- mientras lo privado se situaría en ese espacio casi desbordado donde no hay rincón que no se “ocupe”.
Hablando de arte.
Lo privado es -de hecho- un espacio que adquiere su sentido en tanto deviene público, en el sentido en que necesita un público que lo justifique.
Entonces la oposición público-privado sólo se justifica en términos de propiedad: lo privado tiene un “propietario” mientras que lo público es de todos o de cualquiera.
No es un problema menor. Y no se puede pensar desde un único ámbito de pensamiento o, puesto de otro modo, desde un espacio epistemológico definido y determinado.
Hablando de arte.
El problema está en que ese espacio (el público) devendría fácilmente vacío debido a la dificultad de situar el (el conjunto al que este término hace referencia en relación a ese otro término).
Sin embargo.
Ese vacío construye conjuntos (o subconjuntos) de acuerdo a de qué modo el concepto de “público” se actualice, de acuerdo a cómo ese espacio sea recortado, por ejemplo, por lo que contiene.
Estamos más cerca.
Hablando de arte.
Un espacio público tiene también un modo o modos de ser (de ser público y de ser ocupado) que lo diferencian y recortan -tanto de los espacios privados como de otros espacios públicos, lo cual vuelve a colocar el problema del significado de “público” y del recorte que le da pertinencia desde la pertenencia.
Y tiene también nombres propios (firmas) autorizadas a la hora de la ocupación y administración de ese espacio en función de lo que públicamente se esperaría de él.
Hablando de arte.
¿Quién esperaría de él (de ese espacio público)?
Porque de lo que se trata -también- es del sentido de lo público (y de lo privado).
Hablando de arte.
Seguramente resulta obvio el hecho de que no existe arte en soledad. No importa si alguien se va a una isla desierta y dibuja sobre la arena con una rama. El otro ya está allí desde el primer momento.
El arte, como construcción de la (inter)subjetividad no acepta el “en sí” y es -constitutivamente- para otro.
En tiempos en que lo privado (en el sentido más inmediato) deviene lo público por antonomasia desde la avidez que registra el aparato de tv -incluyendo a quienes desde el mismo aparato claman su oposición a esa “obscenidad” de publicar lo que tendría que quedar entre “cuatro paredes” – el arte que -desde hace tiempo trabaja en y desde los bordes (también de sí mismo)- reclama este borramiento para situarlo en un plano que podría denominarse proposicional, lugar de pensamiento de sí mismo en el momento mismo en que parece estar pensando su otro.
Hablando de arte.
El impreciso límite entre producto artístico y gestión cultural, la diseminación deconstructiva de un concepto de arte que proponía lo privado e íntimo como único espacio de creación, la inaprehensible -pero no por eso menos constitutiva- relación entre el artista productor y el público consumidor que experimenta la obra , la imposibilidad de pensar la creación artística como lugar no contaminado, separado del devenir del mundo y sus avatares -sobre todo económicos-, es decir de la red pública en la que se inscriben el artista y su producción: problemáticas que emergen aquí -en ese juego de SOBREEXPOSICIÓN- , probablemente no en la galería AG o en el MAC individualmente, sino en esos pocos metros (¿cuarenta, cincuenta?) que separan uno de la otra.
Hablando de arte.