> Pares discontinuos.
Artistas: Fernanda Aquere, Nico Sara, Graciela Arce, Natalia Zárate, Marco Bainella, Carlos del Rey, Sandra Carriel, Lucas Mercado, Diana Marchetti, Rosana Storti, Ponchi y Cintia Clara Romero.
Curaduría: Germina Campos.
Fundación OSDE. Santa Fe (Argentina). 2006.

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PARES DISCONTINUOS.
Por: Germina Campos.

El presente de las artes está definido por la proliferación de proyectos que se deben a iniciativas de artistas, quienes, más allá de desempeñarse como productores individuales de imágenes y objetos, han comenzado a generar espacios de encuentro e intercambio, plataformas de acción colectiva. En este marco, el Espacio Nómade de Gestión Cultural “Germina Campos” convoca a 12 artistas de la región con el objetivo de dar cuenta de sus intereses, conflictos y afinidades estéticas.
“Pares discontinuos” es una muestra colectiva diseñada con la intención de proponer un recorte en la escena del paisaje artístico de la región, seleccionando artistas vinculados con las prácticas y problemas del arte contemporáneo.
Los artistas convocados están reunidos en pares que plantean acercamientos sutiles, búsquedas compartidas, intenciones paralelas, aunque este punto de encuentro no sea en todos los casos una evidencia formal o una revelación estética.
Estos autores se relacionan afectivamente, en algunos casos, lo que nos induce a pensar que entre ellos existe una posibilidad de diálogo más allá de la obra misma; mientras que en otros, no se registra relación personal entre ellos, y es exclusivamente su obra la que funciona como nexo, es decir, es la obra la que los acerca.
En esta muestra subyace la intención de reconocer a los pares como referentes de nuestro propio trabajo, asumiendo la convicción de que el artista contemporáneo busca sus estímulos y vínculos estéticos no solo en los “genios del arte” citados en los libros, sino por sobre todo en los artistas que están produciendo al mismo tiempo, en los artistas con los que comparte modos de querer hacer en el arte.
Este deseo de reunir las obras con las de nuestros pares deviene del pensar acerca de la idea de autoría y el reconocimiento de las influencias de los demás, los que nos rodean, a veces muy importantes y pocas veces reconocidas. No sostenemos la idea de autoría tradicional, según la cual se asume que el autor crea desde la nada, sin historias, sin referentes. Creemos que las influencias siempre están ubicadas en un tiempo y un espacio específico, y construyen cadenas de relaciones, diálogos entre personas a partir de obras.
“Pares discontinuos” es una cadena de relaciones estéticas, una acumulación colectiva de saberes y experiencias, una posibilidad de reivindicar las prácticas que no se detienen en espacios asegurados.

Fernanda Aquere – Nico Sara: Figuras sin fondo.
Los artistas se vinculan por el concepto espacial que opera en sus obras, pero se diferencian en cuanto que Fernanda trabaja sobre el espacio real y Nico sobre la representación del mismo.
Fernanda diseña instalaciones utilizando el muro como soporte. Para la construcción de su obra recurre a la utilización de dedales metálicos que se agrupan, dispersan y ordenan como una “plaga invasora” y a la proyección de sombras que se generan sobre la pared por efecto de la luz, donde los objetos aumentan su visibilidad y se multiplican.
En la obra de Nico el espacio está representado por el soporte de las figuras que se recortan del plano. El artista utiliza un esquema morfológico compositivo que a manera de módulo se repite en cada una de sus obras. La forma singular centralizada en el plano se carga de significación según la intención del artista, mutando en rostro, casco, indumentaria, casa ó árbol, haciendo que la misma se sustente en un espacio silencioso que se define por la oposición de llenos y vacíos.

Graciela Arce – Natalia Zárate: La ficcionalización de la vida propia.
Graciela recurre a la utilización de un personaje maravilloso, mágico, una super–heroína: la mujer maravilla, que funciona como mascarada para referenciar su propia infancia. Mientras que Natalia se constituye a sí misma en personaje de su obra, valiéndose de la utilización de un globo para elaborar un guión que nos permite acercarnos a su propio modo de experimentar las relaciones amorosas y el conflicto subyacente a la condición de ser niña o ser mujer.
Unidas por trabajar con la autorrefencialidad, estas artistas crean personajes traslúcidos que las enmascaran pero que no ocultan su intimidad.

Marco Bainella – Carlos del Rey: La imagen real, la imagen mental.
Ambos artistas están unidos por la acción constitutiva de sus obras: producir imágenes a través del quehacer fotográfico, aunque las intenciones implícitas en cada uno de ellos difieran en los procedimientos utilizados y en los conceptos convocados.
Carlos genera imágenes abstractas a través de la utilización de la cámara fotográfica como instrumento, tornándose en un experimentador de las posibilidades, un inventor de espacios, un fotógrafo insatisfecho con las posibilidades que le ofrece el mundo real.
Marco cita de manera textual lo que quiere retratar, es decir, fotografía con la palabra, evoca una imagen de su entorno y a través de la mera “enunciación duchampiana”, genera una visibilidad que se construye en cada uno de los espectadores.

Sandra Carriel – Lucas Mercado: La línea, registro de espacios privados.
Lucas y Sandra recorren caminos, dibujando con su andar, dejando indicios que nos permiten encontrarlos. Sus obras se constituyen en diarios íntimos visuales a través de la recurrencia a la propia vida como fuente de alimentación artística.
Lucas recurre a la exploración de su cotidianeidad como imaginario para luego producir, a través del dibujo, un mix de formas y textos que, reordenados, generan nuevos episodios de su vida en los que la veracidad y el simulacro se confunden a su antojo.
Sandra presenta, a manera de álbum familiar, pinturas producidas con telas, nylon, costuras y bordados, realizadas a partir de fotografías que la muestran en situaciones de felicidad, reafirmando la importancia de lo afectivo a través de la evocación de amigos, familiares y referentes.

Diana Marchetti – Rosana Storti: La pintura con pintura; la pintura sin pintura.
Las artistas se vinculan a partir de sus prácticas pictóricas, pero se distancian en relación a la elección de los materiales y en el modo de involucrarse con el espacio.
Diana pinta “con pintura” sobre bastidores de tela, invadiendo el plano con figuras de color pleno que se yuxtaponen generando un todo de minuciosa construcción y obsesiva composición. Su obra constituye una tensión entre la rigurosidad del cálculo matemático y la sensibilidad implícita en el rito que implica su relación con la pintura.
Rosana “pinta” con retazos de telas deshilachadas que selecciona de manera meticulosa y las organiza en gradas de color que remiten a ejercicios de estudio. La textura y el color dispuestos de manera plana involucran al espacio a través de su disposición.
Diana construye una pintura que nos remite a un material textil, mientras que Rosana utiliza el material textil para pintar.

Ponchi – Cintia Clara Romero: El paisaje oculto.
Ambos artistas utilizan la fotografía del paisaje como primer recurso en la realización de sus obras que posteriormente devienen en dibujos, pinturas y fotoinstalaciones.
Ponchi construye sus obras a partir del relevamiento fotográfico del paisaje del litoral para luego, a través de nuevas tecnologías y técnicas de representación, resignificarlo en imágenes que simulan cartografías sensibles, mapas personales. La imagen de lo micro deviene en macro generando mapas ficticios donde se incorporan discursos poéticos que permiten el diálogo entre lo visual, lo formal y la palabra.
Cintia utiliza el viaje como medio para realizar registros de paisajes reducidos con una mirada no habitual para el imaginario del turista. Sus imágenes de cultivos, flores, frutas, cielos y aguas se rehúsan a conservar la referencia con el espacio que las contiene, poniendo en situación de igualdad una imagen capturada en el patio de su casa con una obtenida a miles de kilómetros de ella. La mirada detenida sobre lo mínimo y la hiperbolización del detalle se constituyen en indicios de que el viaje exterior sólo es excusa para llegar a un destino interior e íntimo. El montaje de las fotos y su puesta en relación con otros objetos dispara múltiples significaciones.